Hay pérdidas que desgarran el alma,
como la de aquella mujer que pierde
Sin conocerle ya lo anhelaba,
le bastaba sentirlo en sus entrañas
para decirle cada noche cuánto lo amaba.
Era parte de ella,
aunque los demás
apenas lo vieran.
Era la razón de su vida,
aunque apenas se haya enterado
de su grata existencia.
Así que, cómo no estar triste,
si acababa de perder a la luz de su vida
que crecía de a poco en sus entrañas.
Sin planearlo llegó,
y sin planearlo,
se marchó.
No podía con el dolor,
él sin aviso se esfumó
y con el corazón roto la dejó.
El llanto la agobiaba,
mientras el único que entendía su pérdida,
la abrazaba con fuerzas y sin planes de soltarla.
Las lágrimas por sus mejillas resbalaban,
mientras acariciaba su vientre,
aquel donde su pequeño ángel estuvo antes de dejarla.
Ella sabía que tenía que parar de llorar,
que debía dejarlo ir, pero por ahora,
iba a dejar que su alma llorara.
Ya más adelante iba a aceptarlo,
con el pasar del tiempo,
el dolor se haría más llevadero.
Pero por ahora iba a llorar,
por él, el nuevo ángel
que desde el cielo le cuidaba.
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