Veo como crías a tu hijo, como juegan, como ríe contigo, como es feliz a tu lado. Pero también veo como caes ante su llanto, como complaces sus caprichos, como lo mal acostumbras.
No soy quién para decírtelo pero igual lo haré, pues sin anestesia te lo digo (aunque después lo suavizo y te lo explico), no lo estás haciendo bien. Y te lo manifiesto porque sé que la mayoría del tiempo no te das cuenta.
Crees que a un niño no se le debe dejar llorar, que siempre hay que ceder ante lo que él desee. Crees que ser el policía bueno es lo mejor que podrías hacer, pero la verdad es que te dejas gobernar. Te dejas gobernar por un pequeño que ni a la cintura todavía te ha de llegar.
Y padre, eso no está bien. Pues si bien tu hijo puede decidir, no es algo que -por ahora- pueda siempre ocurrir. Tú das opciones, él escoge. Y aunque a veces puedas ceder, no significa que siempre lo debas hacer. Tú eres la autoridad, es él quién debe obedecer, no al revés.
Por otro lado, desistes después de su insistente llanto, le das lo que quiere. Lo mimas -o realmente lo malcrías- más de lo que deberías. No le enseñas a respetarte ya que demuestras con tus acciones que tu palabra no vale nada y que su lloriqueo basta para hacerte cambiar de opinión y conseguir su cometido.
¿Ya lo ves o proseguimos? Mejor sigamos porque aún hay más.
Desautorizas a tu pareja o a cualquier otra figura de autoridad que tiene tu pequeño, dices ser el policía bueno. Y es por ello que le desacreditas frente a tu hijo. Quedas como un héroe pero realmente no le estás haciendo ningún bien. El infante se acostumbra a tu actitud, a tu condescendencia. Sabe que puede portarse mal siempre y cuando tú estés ahí, pues por supuesto que le salvarás y al otro mal lo harás quedar.
Dices cosas que no cumplirás, incluso amenazas vacías hacia tu hijo para demostrarle que sigues siendo su padre, aunque yo pienso que lo dices más para creértelo tu mismo pues como ya te dije, tú te dejas gobernar.
¡No hagas promesas vacías! La mayoría del tiempo, sólo daño son capaces de causar. Crees que tu hijo no las recordara pero la verdad es que quién sabe, en esa pequeña cabecita cualquier cosa puede pasar.
Así que, padre, por el bien de ese pequeño deja atrás tu conducta permisiva.
Ustedes son una familia, por lo que entre tu pareja y tu, o entre tú y otras figuras de autoridad hay diferencias que no deberían estar. Es por ello que te sugiero que para educar a tu hijo, adoptes junto a la otra figura un mismo método de crianza. Uno beneficioso para tu hijo, a corto y largo plazo.
Será una odisea dejar atrás todos los malos hábitos que te he comentado ya pero valdrá la pena, poco a poco lo verás...
Sé que ha sido mucha información para digerir pero sigue un poco más pues hay más cosas que contigo quiero compartir.
Debes comprender que decir no de vez en cuando no está mal, no acceder siempre a sus demandas no está mal. Debes darle a tu hijo argumentos apropiados a su edad para que así entienda el porqué le estás dando una respuesta negativa o el porqué tiene que hacer ciertas cosas y otras no.
Ignora su llanto lastimero, ese que utiliza para manipularte y que sé que puedes identificar muy bien, que no te afecte para que él vea que no puede lograr nada con ello.
Si bien lo más adecuado es poner límites y no recompensar en exceso, hay algunos momentos en los que puedes romper las reglas. Está bien recompensarle con algo material o con demostraciones de cariño cuando haga algo bien o cuando simplemente quieras mimarlo un poco. Busca el equilibrio.
Sé un padre, enseñándole a compartir con otros, a ser independiente, a ser tolerante. Así es como debe ser, así es como desde el amor y la buena crianza puedes formar un hijo maravilloso, uno que te haga sonreír con orgullo, uno que con su comportamiento y personalidad te demuestre que lo hiciste bien.
Cuando lo veas, lo sabrás. Cuando él lo vea y lo sienta, también te lo hará saber. Ya lo irás viendo, cada año dedicado a tu hijo habrá dado sus frutos.
Así que padre, para finalizar te pido que recuerdes que por amor es que debes criarlo bien. Por amor es que debes dar lo mejor de ti como padre.
Y por amor, deberías dejar atrás a ese padre permisivo que hasta ahora has sido.
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