La finca



Éramos felices y no lo sabíamos. Teníamos un paraíso solo para nosotros, uno que compartimos con quienes más queríamos.

Un paraíso en el que vivimos gratos momentos que recuerdo con alegría y un poco de melancolía.

Desde el viaje de ida, hasta los días de estadía y la venida.

Todo aquello era un paraíso, uno en el que jamás volveremos a estar.




Participé en un concurso la semana pasada y aunque no gane, la publicación me quedó muy bonita así que vengo a publicarla acá.


Siendo honesta, tenía muchas ganas de participar y la verdad es que no hallaba que publicar, todas las fotos relacionadas con la naturaleza -el concurso era de fotografías de la naturaleza- que he tomado me gustan pero ¿por qué mostrar solo una? Por lo que decidí agarrar unas cuantas que tiene un alto contenido emocional y un extenso lugar repleto de naturaleza para así participar en el concurso y revivir gratos momentos. Espero que disfruten de la experiencia y las fotos.

La finca

Tiempo atrás mi familia viajaba con frecuencia a una finca que estaba alejada de la ciudad. Ubicada en el Estado Guárico, Venezuela. El camino era tedioso, la vía estaba en mal estado. Pero a pesar de los baches y las constantes curvas, era una carretera que valía la pena recorrer. Había verde por todos lados y grandes fincas, con vacas y hasta caballos.



En algún punto, el asfalto llegaba a su fin y el camino de tierra tomaba lugar. Es después de varios minutos de recorrido que se encontraba la finca, con una casa pintoresca, piscina y diversas plantaciones. Y más allá de sus límites, se encontraban unas enormes montañas donde se ocultaba el sol cada tarde.



Al caminar por la finca, podías ver las matas de parchitas y limones, un poco más allá estaban las lechosas y naranjas, los nísperos y las gallinas, esas que ponen casi tanto como comen. Por otros lares, las piñas y las flores, el ají y el cilantro, las hermosas flores y mariposas de diversos colores. (Y había mucho más, esto es solo una parte de lo que puedo recordar)



En ocasiones, alguien de la familia podía salir a caminar y encontrar entre las ramas o en el tronco a alguna iguana de un verde sin igual.


Cuando el recorrido terminaba, se podía ir a la hamaca a descansar. Estar relajado, acostado, escuchando el sonido de los pájaros pasar. Y en algún momento, subir a uno de los pequeños de la casa y moviendo la hamaca de a poco, entre la colita y las risas, disfrutar de una buena tarde.


Pero debemos volver al presente, ya han pasado un par de años de todo aquello y mi familia ha abandonado la preciosa finca. No podemos volver jamás, pues se ha vendido el lugar. Ya solo quedan los recuerdos, de todo lo sembrado en aquel maravilloso lugar, de todos los momentos vividos tanto con familiares como con amigos.

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Tengo grandes recuerdos de la finca. Hay cientos de fotos tomadas allá, no puedo evitar sentir nostalgia al ver cada foto de los días que disfrutamos en aquel lugar.

Comprobé que pasar tiempo rodeado de la naturaleza y con las personas que amas, es sin duda la mejor forma de estar y ser feliz.

Y aunque para nosotros son tiempos que ya se han ido, es un paraíso que jamás podremos olvidar.

Gracias a la naturaleza y a la vida por brindarnos tan maravillosos momentos y recuerdos.

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Esta publicación también está disponible en mi cuenta de Steemit.

Pueden verla aquí.

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