El venezolano común, el que los libros denominarían ciudadano de clase media, se encuentra viviendo una dura etapa de su vida y del país en general. Es por ello que de su conducta y respuesta emocional ante los hechos dependerá el curso que tome su estado psicológico durante o después de esta crisis económica y social.
Han pasado meses desde que el venezolano promedio viene sintiéndose de forma inusual, tanto física como emocionalmente, lo que ha llegado a perjudicarle en el ámbito laboral, social y personal. Su rendimiento en el trabajo ha disminuido, sus ganas de socializar con amigos o compañeros han menguado e incluso se siente incómodo, estresado y triste la mayor parte del día. En las noches, se encuentra con infinidad de ideas y preocupaciones en mente que acaban por dificultar el dormir.
La incertidumbre de lo que pueda ocurrir en el futuro inmediato y lejano preocupa tanto al sujeto que este pasa por episodios prolongados de ansiedad o estrés, dependiendo del caso. El trabajo, la remuneración económica del mismo, la vida de familiares, conocidos y la vida propia, el tener comida o no en casa, la inseguridad en las calles e incluso en el hogar, son situaciones que se encuentran en peligro constante. Existe un sentimiento de duda y zozobra que agobia a los individuos a diario. Esta serie de sucesos pueden afectar a una persona de tal manera, que este termine desarrollando una patología.
Pero es común esperar hasta que los síntomas de la enfermedad se hayan agravado excesivamente y estén afectado la vida del individuo para que este asista a consulta. Es por ello que puede que la patología tenga ya algunas semanas o meses pero que esta no haya sido diagnosticada por un especialista. En la actualidad, uno de los trastornos con mayor probabilidad de presentarse y, quizá, ser diagnosticado en el venezolano, es el trastorno depresivo mayor. El cual cuenta con diversos síntomas que sí bien el sujeto puede haberlos presentado con anterioridad, empeoran durante los episodios de la enfermedad. Dichos episodios y síntomas llegan a presentarse como consecuencia de la gran cantidad de estímulos, emociones y sentimientos que embargan a los venezolanos.
Para establecer una estrecha relación entre la situación actual que vive el venezolano promedio con el trastorno depresivo mayor, se explicará la situación del individuo y como los rasgos de conducta presentados pueden agravarse para dar lugar a un episodio depresivo mayor o más. Que los síntomas siguientes se agraven y el/los episodio/s duren al menos el tiempo mínimo estipulado (dos semanas) permite un posible diagnóstico del trastorno depresivo mayor, descartando en el proceso otras afecciones clínicas o trastornos.
La disminución de placer en las actividades cotidianas del venezolano puede deberse a la inseguridad, al miedo o al desánimo del sujeto pero cuando el interés disminuye por completo y se presenta casi todos los días o cuando se abandonan los hábitos que anteriormente eran causa de disfrute, la anhedonia puede considerarse un síntoma elemental para el diagnóstico de la depresión.
Por otra parte, puede llegar el momento donde las preocupaciones diarias pasen a un segundo plano y el desánimo y la tristeza se apropien de la voluntad del sujeto. Se mencionó con anterioridad que el individuo está disminuyendo su rendimiento laboral a causa de su malestar, por lo que su eficiencia ha dejado de ser la misma. Y si se presenta un caso de trastorno depresivo mayor, la eficacia del empleado continuará reduciéndose como consecuencia.
La preocupación por la falta de productos de primera necesidad, los altos precios de los productos por parte de los revendedores, el dinero que no alcanza para cubrir siquiera lo elemental, la ansiedad por no poder comer como antes, como se debe o como se desea, además de mucho otros factores son causa de la pérdida de apetito y de peso o de todo lo contrario, el aumento de ambos. Cuando este síntoma se descarta como consecuencia de la inquietud por la situación del país, puede considerarse otro síntoma para el diagnóstico.
Sin embargo, la preocupación no solo afecta el apetito sino la concentración y ciclo del sueño del sujeto. Este tiene ‘demasiadas cosas en la cabeza’ de manera que se dificulta la atención y la capacidad innata de dormir. La alteración del sueño lleva a la pérdida de energía, signos que permanecen a lo largo del día y con el pasar de los mismos.
La mayoría de los sujetos presenta sentimientos de culpabilidad pero en los depresivos resulta excesiva o inapropiada. El sentimiento de culpa puede ser por infinidad de alternativas. Como la culpa por haber votado por quienes gobiernan, por no ser capaz de cumplir las metas propuestas, por no poder dar un bien material o emocionalmente importante a algún familiar o a sí mismo, e incluso la culpa puede deberse al sentimiento de pesar por sentirse mal o quejarse aunque se tenga conciencia que otros ‘están peor’ o porque conocidos se están yendo del país mientras muchos se quedan aquí, intentando sobrellevar la situación. También la culpabilidad por no estar haciendo nada para cambiar la situación que se está viviendo, por no poder ayudar a otras personas que no tienen suficiente para sobrevivir el día a día, culpa por ver a los jóvenes perdiendo, literalmente, los mejores años de su vida porque están sumergidos en este caos.
Las ideas suicidas o los pensamientos de muerte que pueden presentarse en un depresivo pueden deberse a sentimientos de desprecio por sí mismo, a la autocrítica, al pesimismo, a la idea que los demás estarían mejor si el sujeto en cuestión muere y así no seguiría siendo una carga para ellos. Actualmente es común que dichas ideas suicidas se presenten de forma silenciosa en sujetos desempleados o de la tercera edad que no poseen los recursos necesarios para mantenerse a sí mismos y dependen de alguien más, el sentimiento de inutilidad los lleva a desear llevar a cabo el suicidio sin tener un plan específico.
Todos los síntomas anteriormente mencionados causan un malestar clínico considerable en los individuos y es por ello que los mismos son criterios esenciales para el diagnóstico de la depresión mayor. Estos pueden ser observados y reconocidos por un civil o especialista en el caso de que no sean verbalizados por el sujeto.
El relacionar detalladamente los síntomas del trastorno con los sentimientos cotidianos en la Venezuela actual, permitieron establecer la relación existente entre el venezolano promedio y los síntomas del trastorno depresivo mayor, conociendo así el efecto negativo que puede tener la situación del país en el sujeto, como afecta y afectará su psique y todos los ámbitos de su vida.
Y es entendible, que en estos momentos donde la motivación escasea cualquier situación es justificación para sentir culpa, rabia y/o tristeza pero depende del sujeto el cómo canaliza aquellos sentimientos. Si un sujeto siente que la condición de su entorno ya no le proporciona bienestar alguno sino todo lo contrario, este debería, por su salud mental, dirigirse a un lugar donde pueda tratar el problema. De manera que este pueda enfrentar las adversidades con la ayuda de las herramientas necesarias, que serán dadas por un especialista.
Sea antes o después de haber desarrollado una patología como el trastorno depresivo mayor, es importante el buscar ayuda, sentirse apoyado y siempre ir en busca del bienestar emocional y psicológico de sí mismo.
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