por Génesis Ojeda.
Todos nos sentimos inseguros acerca de
algo. Todos seguro sienten cierto desagrado u odio por alguna parte de su
cuerpo o personalidad.
No creo que las inseguridades sean malas
del todo. Solo lo son cuando permitimos que nos dominen. Cuando los
"defectos" destacan más ante los ojos propios que las virtudes.
Ahora pregúntate. ¿te gusta eso? ¿te gusta
ver solo lo "malo" que hay en ti? ¿no te gustaría dejar eso atrás y
concentrarte solo en tus buenas cualidades? Te hablaré un poco de mi y luego
respondete esas preguntas a ti mismo.
Antes, no soportaba siquiera hablar sobre
mis defectos o virtudes, les aborrecía y odiaba escuchar comentarios positivos
o negativos sobre ellos, viniera de quien viniera.
He cambiado. Ahora se apreciar lo bueno (y malo) que
hay en mí.
Descubrí lo que me gusta de mi cuerpo, de
mi personalidad y de mis gustos.
Aprendí que si no me gusta algo y tengo la
oportunidad, puedo cambiarlo. Como mi sonrisa, por ejemplo.
Valoro mis supuestos defectos porque me
hacen recordar que nadie es perfecto, porque me pueden servir en algún momento
y porque me hacen querer ser la mejor versión de mí, cada día.
¿Sabes que más aprendí?
Que más que quererse a sí mismo, hay que
poner la opinión propia por encima de cualquiera cuando se trata de formar tu
autoestima y el yo ideal.
Tu debes ser quien quieras ser. No dejes que los prejuicios, comentarios,
críticas o ideales de tus padres, amigos, profesores, familiares o demás
conocidos te cambien, quieran hacer de ti lo que ellos deseen ni dejes que te adentren en el molde ideal que seguramente han creado para ti a través de los
años.
No dejes que nadie ate o corte tus alas. Eres libre de volar a donde quieras y cuando quieras.
Sé tu mismo.
Haz lo que quieras hacer.
Nada te hará sentir más feliz que eso.