Por esconder los deseos de mi ello, me convertí en prisionera de mi superyo. El no ser libre ha quebrantado mi yo, lo ha hecho un yo débil.
Y aún así, sigue siendo un yo que no quiere ser oprimido. Un yo libre y fuerte. Un yo en equilibrio. Que permita la co-existencia del ello y el superyo.
Un ello que pueda manifestar y satisfacer sus instintos sin perder el rumbo, con un superyo que modere y no ahogue.
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