La sociedad venezolana está
atravesando una ardua época que ha afectado psicológicamente a la mayoría de
las familias. No es un secreto que la mente del venezolano está inundada de
preocupaciones causadas por la situación económica, política y social. Así que
es común observar signos de estrés en la conducta de los individuos. Pero, en
medio de tanto caos… ¿Será que aún es posible ser feliz?
Sí, es posible. Al menos
medianamente. Pero para encontrar felicidad es indispensable restarle
importancia a los aspectos negativos que nos abruman, comenzar a valorar las
pequeñas cosas, los detalles y satisfacer las necesidades personales. Cuando te
sientes feliz y satisfecho con tu vida y logros, puedes aspirar a más, como el
querer cambiar un país o una sociedad, por ejemplo. Así que voy a explicarte
una forma de hacerlo, para que cada día seamos más los que contribuyamos en la
reconstrucción de nuestra nación, esa que anhelamos y esperamos tener en algún
momento.
Citando al fundador de la
escuela cirenaica, Aristipo, la felicidad humana proviene de la liberación de
las inquietudes. Suena simple pero no lo es. Porque el ser humano es complicado
por naturaleza y le gusta complicarse la vida también, siempre vive preocupado
e incluso llega a desconocer que debería disfrutar la vida que le ha sido
otorgada.
Como todos, he intentado
dejar de lado la incertidumbre e inquietud que me causa el estar viviendo en
estas circunstancias. Así que conozco el sentimiento de frustración por lo
difícil que es. A su vez, he aprendido una técnica interesante que me ha
servido en mi proceso de ser más feliz y angustiarme menos.
Primero que nada, aceptar
que existen sucesos que no se pueden cambiar. Hay cientos de momentos donde
vamos a sentirnos molestos y con un deje de tristeza por no poder controlar una
situación pero ahí es donde debe salir a flote nuestra racionalidad y decir
“no, no puedo cambiar los hechos”.
La mayoría de las cosas que
están sucediendo son imposibles de cambiar, al menos individualmente y aunque
nos disguste, tenemos que (por los momentos) tolerar la situación.
Consecuentemente, no se
debería juzgar a otros por sus acciones o reacciones porque como dicen los
cirenaicos, únicamente se tiene conocimiento de los sentimientos y percepciones
propias.
Como siempre me decía alguien, “cada cabeza es un mundo”, lo que es igual para uno no es lo mismo para el otro, por lo que juzgar está de más. La percepción de la realidad es particular de cada quien, no todos se regirán bajo tus principios por lo que tampoco poseerán la misma ética.
Por otra parte, es elemental
disminuir lo más posible la connotación negativa que le atribuimos a ciertas
experiencias. Lo que resulta de gran ayuda porque permite reducir el nivel de
estrés y angustia, cuando lo dañino deja de dominar nuestros procesos cognitivos,
es posible observar el entorno desde un punto de vista más amplio que llega a
ser más positivo.
Evita pensar más en lo malo
que en lo bueno. Por ejemplo, en estas navidades, aprovecha a tu familia, a tus
amistades, a tu mascota si la tienes y el que estás con vida, aún puedes
disfrutar y gozar, solo tienes que averiguar cómo.
Y por último, actuar
honestamente, buscar el placer propio y hacer aquello que te llene de goce y
felicidad, como hacer el bien, el amor, la amistad, la sabiduría, las artes,
viajar, entre tantas otras cosas.
La felicidad viene de la
mano con los sentimientos placenteros y la evitación del dolor. Según los
cirenaicos, lo que te hace bien, te da placer y por ende, te hace feliz.
Aunque no es posible hacer
todo lo que se desea por cuestiones obvias, ve de a poco, evalúa lo que deseas
e intenta cumplir lo que esté a tu alcance.
Disfruta e intenta complacer
esos deseos inmediatos porque el futuro es incierto, puede que tus metas cambien,
que las condiciones no estén dadas o que la vida se termine en un santiamén.